domingo, 20 de abril de 2008

EL PSICOANALISIS EN LA CIUDAD DE CORRIENTES


EL PSICOANALISIS EN LA CIUDAD DE CORRIENTES
Por Fernando Abelenda
"Las damas repatriadas habían hecho la promesa de no hablar con nadie, ni esposo, ni hijo, ni hermano..."
Hernán Gómez
§ (Sobre las Cautivas, regreso y silencio, 1869)
"... y no perdí oportunidad de ver a mi ex paciente bailando velozmente una animada danza."
Sigmund Freud
§( Sobre Elisabeth von R., 1894)
En bibliotecas de Corrientes, públicas y privadas, se encuentran primeras ediciones de las obras de Freud, en la traducción de López Ballesteros. Sin embargo, ni en los registros, ni en la memoria colectiva, existe testimonio de la práctica del psicoanálisis en la ciudad hasta la década del setenta. Tal vez, pero sólo en el terreno de la fantasía, el discurso analítico haya estado incorporado en el esquema de referencias de algún psiquiatra, de algún médico, o en la intervención de algún maestro o sacerdote; pero no hay evidencias de su práctica en forma metódica.
Teniendo en cuenta "...la distinción que hace Sherry Turkle entre "movimiento psicoanalítico", consistente en analistas, pacientes, teorías psicoanalíticas y asociaciones profesionales por un lado, y una "cultura psicoanalítica" definida como la manera en que las metáforas y formas de pensar derivadas del psicoanálisis entran en la vida cotidiana...".[i] en Corrientes, quizás por razones que merecerían un estudio sociológico, la "cultura psicoanalítica" no había encontrado un terreno fértil para su difusión. Al respecto, sólo se podría decir que el cliché (por todos aceptado) de sociedad conservadora es lo que la mayoría sugiere ha sido el principal obstáculo para el desarrollo del psicoanálisis.
A fines de la década del setenta se intentó crear una asociación en el Nordeste; se la denominó Asociación de Psicoterapia del Nordeste Argentino : APNEA.
APNEA no prosperó, aunque tuvo varios intentos de recrearse. Las resonancias semánticas letales de dicha sigla (apnea es la falta total de oxígeno, sinónimo de muerte) fue interpretada por los integrantes, a modo de witz, de agudeza, como la causa del fracaso institucional.
En la década del ochenta empezó a llegar la enseñanza de Lacan a la ciudad de Corrientes por la presencia de practicantes de psicoanálisis que retornaban de la ciudad de Buenos Aires formados en su mayoría en la enseñanza de Jacques Lacan. Paralelamente, desde Córdoba visitan la ciudad miembros de la Escuela Lacaniana (Littoral).
En los noventa, un grupo de analistas de la región convoca a Enrique Acuña para dictar una conferencia en la ciudad de Corrientes. De ese encuentro surge la iniciativa de invitar a Germán García, quien dicta la conferencia “La Clínica del Síntoma”. Como cierre de tal presentación, se crea de hecho la Biblioteca Analítica Corrientes. La conferencia tuvo lugar en el Instituto Superior Josefina Contte (Bellas Artes) en simultáneo con una muestra de jóvenes artistas plásticos bajo la dirección de docentes de esa institución. Instalaron (en el doble sentido ) "El Síntoma de la Silla". Esta puesta en escena mostraba, un esperado encuentro entre el psicoanálisis y la ciudad. Las sillas, esos objetos cotidianos, utilitarios, dieron su lugar a sillas humanizadas, sintomatizadas, enloquecidas, que reflejaban al psicoanálisis entramado al discurso social.
Se sucedieron encuentros de la BAC con escritores, poetas, filósofos, docentes, etc., al tiempo que la Biblioteca iniciaba sus primeros pasos como institución de psicoanálisis. Como hechos significativos hay que nombrar el primer seminario en conjunto con integrantes de la Escuela de la Orientación Lacaniana y del Centro Descartes. El primer coloquio regional sobre la "Expansión del Psicoanálisis y los Ambitos del Saber". La presencia en la región de Germán García, Enrique Acuña, Graciela Musachi, Anibal Leserre, Norma Barros, Déborah Fleischer, Marcelo Izaguirre, Guillermo Belaga, Florencia Dassen, Elena Levi Yeyatti, Jorge Baños Orellana.

La creación de la Facultad de Psicología de la Universidad de la Cuenca del Plata, primero; y de la Universidad Católica de Salta, después; aportan a la ciudad jóvenes psicólogos, muchos de los cuales inician su formación en psicoanálisis.

EL PSICOANALISIS EN EL SIGLO VEINTIUNO

En el año 2000 se crea en el país, con la presidencia de Jacques- Alain Miller, el Instituto Oscar Masotta (I.O.M.) que cuenta con un Comité de Iniciativas integrado por Germán García, Juan Carlos Indart, Samuel Basz, Jorge Chamorro, Mónica Torres y Roberto Mazzuca.
Se crea en la región el Centro de Investigación y Docencia (CID) Corrientes-Chaco del Instituto Oscar Masotta bajo la dirección de Norma Barros, Silvia Elena Tendlarz (directora adjunta) y una Comisión Ejecutiva compuesta por F. Abelenda, D. Schmitman, A. Pinsker, L. Polo y M. Mascheroni.
Como Docentes del Seminario del IOM han participado: N. Barros, S. E. Tendlarz, J. Chamorro, S. Basz, E. Acuña, F. Nemirovsky, A. Simonetti, L. Polo, A. Pinsker, D. Schmitman, M. Mascheroni, M. J. Roca y F. Abelenda. Para el ciclo 2003 del Seminario tendrá como docentes invitados: N. Barros, S. Tendlarz, R. Nepomiachi, P. Russo.

Los Gritos del Silencio

Si de lo que no se puede hablar, como decía Wittgenstein, mejor callar, a nadie escapa que el psicoanálisis desoye esta advertencia, apostando a la palabra. Las políticas errantes, los cautiverios que silencian, los conflictos que se reprimen, que se soslayan, que a nadie importan... en la tierra del poeta Francisco Madariaga, del terror delicado, ... donde los palmares sin orilla y el agua del país de la garza real tienen poderes sobre la memoria poética sólo comparables a los colores del padre muerto y donde los niños se ahogan suavemente en pantanos de un brillo rutilante" ... el psicoanálisis - en el límite del oxímoron- encuentra su camino y decididamente lo comienza a transitar.
El psicoanálisis como integral de equívocos, como ese saber que conmueve los saberes establecidos inicia, entonces, su integración a la ciudad al tiempo que su enseñanza metódica.








§ Gómez, Hernán F; La Ciudad de Corrientes. Ed. Corrientes, Año 1944.
* Gay, Peter; Freud, una Vida de Nuestro Tiempo Ed. Paidós Bs.As. 1989.
[i] Plotkin, Mariano Ben; Freud en las Pampas. Ed. Sudamericana. Buenos Aires 2003.

LA CIENCIA DE LA FELICIDAD

LA CIENCIA DE LA FELICIDAD

“¿Un recuerdo es algo que poseemos o algo que perdimos? ”
La Otra Mujer
Woody Allen

Psicólogos británicos afirman que han deducido una fórmula para medir uno de los grandes misterios de la humanidad: la felicidad. Por su parte, los economistas deciden incorporar la medición de la felicidad para orientar las políticas de Estado. Constatan que las cifras de crecimiento económico, del PBI, del ingreso per capita, confort doméstico, acceso al automóvil, a bienes de consumo, las mediciones tradicionales de la economía, no son suficientes. Todos estos parámetros pueden mejorar y la felicidad de los ciudadanos: brillar por su ausencia.
Richard Layard, autor del libro “La Felicidad: Lecciones de una Nueva Ciencia”, es uno de los economistas más conocidos en el Reino Unido y es uno de los representantes de esta tendencia contemporánea. Richard Layard según Eric Laurent [1]es el principal exponente de esta nueva orientación de la política. Un “reformador social” que pareciera actualizar el deseo moralista de los pioneros de las ciencias económicas. En el Sacrificio y la Envidia Jean Pierre Dupuy sostiene que Adam Smith como filósofo moral de la Teoría de los Sentimientos Morales no abandona su posición moralista al escribir Riqueza de las Naciones, escrito catorce años después, sino que la mantiene.
La economía según esta orientación actual deberá atender los distintos condimentos de la felicidad del hombre, por ejemplo, el trabajo. Se establecen políticas que tienden a que las personas recuperen su condición de trabajadores y no sólo su situación económica. Dice Laurent, se piensa al trabajo como una terapia comportamental. Para ello, por un lado, se los incentiva con mejores remuneraciones, el viejo ardid de la zanahoria por delante; y, por otro, se le quitan las indemnizaciones a quienes se resisten a trabajar. Incentivos y castigos como ejes motivacionales hacen que las lindas palabras dejen su lugar a la crudeza de siempre en el mundo civilizado, aunque el telón de fondo sea, con las mejores intenciones: la búsqueda de la felicidad.

La idea de que toda la política se debe orientar hacia la felicidad de la gente es atractiva en una primera mirada pero hay objeciones que podrían considerarse graves. Por ejemplo, está comprobado por estudios científicos que las personas son “más felices” cuando viven en comunidades homogéneas, en comunidades donde no merodean a su alrededor personas diferentes (en su raza, religión, condición social, etc.) Si los estudios revelan mejores índices de felicidad, y la política se orienta en estos datos: los estados deberían propiciar la exclusión de los diferentes. En otras palabras, la política orientada a la felicidad colisiona con los principios universalistas de la política, en principio, no segregativos.
El saludable olvido.
Se comprobó “científicamente” que olvidar las experiencias penosas promueve la felicidad. Las personas que olvidan los sucesos penosos de su vida son más felices que los que no olvidan. Este hallazgo también tiene consecuencias sobre la orientación política. En definitiva, si se sigue este postulado para lograr la felicidad se caerá, necesariamente, en una política de olvido. Olvido de aquellas representaciones penosas que según el estudio producen infelicidad. Como se verá esta cuestión choca con algo que podría considerarse, intuitivamente, esencial al ser humano. De hecho, las políticas de olvido por parte de los Estados se distancian de las personas, de los pueblos que mantienen vivos sus recuerdos por más dolorosos que estos sean. Ese pasado, esas historias que, según creen y sienten, construyen su identidad.
La ciencia en la búsqueda de la felicidad.
En estudios de laboratorio se verifica que las vivencias placenteras “felices” tanto como las vivencias displacenteras “infelices” activan determinadas localizaciones cerebrales. Pero la localización cerebral de la felicidad en los seres humanos tiene bemoles que desafían la simplificación. Imaginemos por un instante la posición de alguien en situación de duelo. Se podría localizar el área cerebral afectada y hasta la base neuroquímica de la afección inducida por el recuerdo penoso. Una vez detectada la zona afectada, más precisamente, la zona cerebral activada por el recuerdo de una vivencia penosa, y encontrar un modo de desactivar la zona. De esta manera desactivar el malestar que el recuerdo penoso provoca. Si fuera factible, entonces, lograr la felicidad por un sendero paralelo a la experiencia humana la pregunta que surge es ¿Sería ético?
La resistencia al olvido.
Tuve oportunidad de hablar con una madre que perdió a su hijo. Veinte años después de aquella muerte que conmovió su existencia, veinte años habían pasado y no podía olvidar. “Tengo que vivir con esa herida” me dijo. Acaso no sería conveniente que lo olvide, me pregunté. Acaso no estaría mejor, “más feliz” si pudiera olvidar. O que pudiera recordar sin que el recuerdo tenga el peso del dolor.
No hacía falta preguntar. No hacía falta esperar su respuesta. Ella no aceptaría. Ella no aceptaría extirpar sus recuerdos penosos y supe, lo intuí casi sin pruebas que en este dilema se escondía el misterio de la condición humana. Sí, lo admito, esa mujer sería otra si pudiera olvidar o si al recordar no sintiera dolor. En este punto, tanto ella como yo sabíamos que la concepción misma del ser humano se trastocaría de seguir ese camino… y de allí su resistencia.
La felicidad en la ciencia ficción.
Eternal Sunshine of the Spotless Mind, (Eterno resplandor de una mente sin recuerdo) el filme de Michel Gondry escenifica esta cuestión. En la trama ficcional es factible borrar los malos recuerdos en un laboratorio: un amor no correspondido, un recuerdo penoso de la infancia, un mal encuentro, etc. Todo es posible olvidar, pero lo interesante del film es que muestra que una vez extirpado el recuerdo existe una resistencia, un retorno. Un “más allá del recuerdo” que resiste e insiste.
Quizás lo que insiste, pensé, sea esa extraña relación de lo que somos en tanto que indescifrables, en tanto que repetición de un sinsentido original, íntimamente singular… esa especial hechura humana que resiste en su singularidad a cualquier receta o fórmula de la felicidad.
Fernando Abelenda
fabelenda@arnet.com.ar


[1] , Delegado General de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, AMP.